Desde hace unos años mi
querida amiga Adela Camacho, toda una experta en Mindfulness, lleva hablando de
las ventajas de practicar esta forma de meditación en el aula. Y por fin lo ponemos en práctica.
Mindfulness consiste
en tomar conciencia de nuestros pensamientos y sentimientos mientras pasan por
nuestra mente, aunque su puesta en práctica conlleva un estado del cuerpo y mente
más relajada nunca debemos confundirlo con relajación. A través de él conseguimos
que nuestros alumnos mejoren la atención, la memoria, desarrollen habilidades y
técnicas para serenarse, desarrollen la creatividad…pero sobre todo, como dice
Adela, conseguimos una clase más feliz.
A través de Mindfulness
trabajaremos diferentes tipos de meditación (del silencio, de la respiración,
del cuerpo…). Comenzamos la primera sesión acercando a los peques a este
concepto y a la importancia de estar conscientes diariamente para disfrutar de
lo que nos ofrece la vida a cada instante, de saborear cada pequeño detalle, en
definitiva, que aprendan a estar atentos, eso que tantas veces les pedimos pero que
nunca les decimos cómo deben hacerlo.
A través de la técnica de “La
mente es una jarra” (extraída del libro "Plantando semillas: La práctica de mindfulness con niños") conseguimos que se den cuenta de que los pensamientos y
sentimientos están presentes constantemente en nuestra mente, para ello les
mostramos una jarra transparente con agua (nosotros hemos utilizado un bol) que
representa nuestra mente y varios recipientes con diferentes tipos de legumbres
(preferiblemente que no floten) que representan nuestros pensamientos. Se les
hace una pregunta ¿qué piensas cuando te despiertas? Y dejamos que hablen. A continuación
se les pide que elijan un puñado de legumbres, el que más cuadre con sus
pensamientos y sentimientos y lo echen en el agua. Es el momento de pedir a uno
de los peques que remueva el agua con un agitador. Se les continúan haciendo
preguntas y cuando aparecen sentimientos de alegría, tristeza, enfado, ira…añadimos
un puñado de legumbres a ese agua en movimiento. Se mueve el agua con más fuerza,
se les pide que se fijen en ella, se les pregunta si pueden ver las legumbres
claramente, y se les dice que así está nuestra mente cuando nos sentimos angustiados,
molestos, enfadados. A continuación dejamos de remover el agua e invitamos a
los niños a respirar al ritmo de una campana. Observamos como las legumbres se
van depositando en el fondo de la jarra. Es asombroso como llegan a relajarse
mientras están atentos al agua. Una vez que se han depositado en el fondo las
legumbres, gracias a estar atentos y a nuestra respiración, conversamos sobre
cómo es ahora el agua. Les explicamos cómo a través de nuestra respiración
hemos conseguido calmar y que descansen nuestros pensamientos y sentimientos.
En otras ocasiones a través de la respiración nos podremos detener en ellos
para entenderlos mejor y saber por qué nos sentimos alegres, tristes…
Meditación del muñeco pincha
aquí si quieres practicarlo en casa.
Mil gracias Adela por
descubrirme este fascinante mundo del que sin duda sacaremos muchísimo provecho
mis chiquitines y yo.