Todos los adultos sentimos
la necesidad de proteger a los niños del dolor y el sufrimiento que conlleva la
pérdida de un ser querido, e incluso nosotros, los adultos, alejamos la muerte
porque nos inquieta y nos angustia enfrentarnos a ella.
¿Cómo hablarles a los niños
de la muerte? Con muchísimo cariño. Con muchísimo amor. Pasando todo el tiempo
del mundo juntos. Hablando con delicadeza, sin atragantamientos, sin mentiras.
Con respeto a su mundo emocional, sabiendo esperar, escuchando mucho. Con mimo,
con caricias, sin temor y siempre con disposición a la verdad.
Debemos comunicar la muerte
de manera sencilla y clara, teniendo cuidado de las palabras que utilicemos,
los niños las pueden tomar al pie de la letra. Darles confianza mediante el
contacto físico. Definir la muerte como el hecho de que el cuerpo se detiene
del todo (deja de comer, dormir…). Actuar con paciencia. Ofrecerle ocasiones
para exteriorizar sus sentimientos y hacerle partícipe de los nuestros. Estas
son algunas de las orientaciones sacadas de “Explícame
qué ha pasado” de la Fundación Mario Losantos del Campo.
Es muy duro volver al cole
tras la marcha de una de tus estrellas. A nuestro dolor hay que sumar las dudas
sobre ¿Qué dirán las demás estrellas? ¿Cómo les explicamos que ya no va a
volver? ¿Qué hacemos con sus fotos, sus recuerdos…?.... No debemos agobiarnos, las
pequeñas estrellas nos lo pondrán muy fácil.
Nada más entrar en clase
aparecen las primeras lágrimas, sentimos la necesidad de contar lo que ha
pasado y lo que nos han dicho en casa, expresamos cómo nos sentimos y preguntamos
sobre aquello que no entendemos. Llega el momento de apoyarnos en un cuento en
un intento de que puedan comprenderlo mejor. Nos ha sido de gran ayuda ¿Qué
viene después del mil? y Así
es la vida
Intentamos quitar dolor a la
situación hablando de nuestra estrella, recordando lo que hacíamos juntos, lo
que ha significado para nosotros. Para poder sacar todo lo que llevamos dentro, nos ayudamos de un mural en el que escribimos su nombre con alegres colores y
estampamos nuestra huella mientras recordamos aquello que hacíamos con Osama y
que nos encantaba o aquella travesura que nos hizo reír. Nos damos cuenta de
que aunque se ha ido nos ha dejado su huella y que nunca lo vamos a olvidar.
Tras esto ellos mismos piden hacerle un dibujo para ponerlo en clase y
recordarlo, después se lo daremos a su mamá.
Osama se ha marchado pero no
se ha ido, su alegría, cariño, ganas de venir al cole y aprender, su cara al
alcanzar sus retos, esas pillerías y risas cuando lo descubríamos….su luz nos
iluminará y estará siempre con nosotros. Te queremos mucho pequeña estrella.